Que sea común no lo hace normal

Hablar de emociones en los últimos tiempos se ha vuelto tan común y fácil que pudiéramos pensar que hay vasto conocimiento sobre el área, lo suficiente para que el tema de inteligencia emocional no se quede solo en el concepto ni en la idea sino que se vuelva una realidad. Mientras tanto hay muchos temas en el aire, preguntas sin respuestas y mucha gente rota por falta de conocimiento.

Hoy leí algo en Instagram que me dejó pensando bastante y luego leyendo a Marian Rojas pude conectarlo mejor en su último libro “Recupera tu mente Reconquista tu vida”. Porque algo sea común no quiere decir que sea normal. Al menos en la cultura dominicana es común contar nuestras situaciones traumáticas como chistes y cuentos de camino pero eso no los hace ser normales. Que los tomemos como una oportunidad para reírnos no debería normalizarlos ni aceptarlos como buenos y válidos.

Los traumas son traumas, aquello que nos produce dolor es una realidad y no una excusa barata o exageración. Podemos mencionar algunos y al filtrarlos con coherencia y cordura se sobre entienden como una infracción o herida a la identidad de cualquier individuo. Sin embargo, por su frecuencia los hemos adoptado como parte del día a día en vez de enfrentarlos como tal, un flagelo.

Sin saberlo ni pretenderlo como sociedad nos hemos acostumbrado al mal trato, a la violencia pasiva, al amor frío y servicios a medias solo porque “eso es normal”. Pero en realidad la idea de esta expresión es que es común, frecuente, pasa con facilidad pero no es lo normal. Cuando estamos rodeados de un ambiente o factor nuestro cerebro lo asocia como parte de la rutina, como algo propio porque se cauterizan los sentidos. Lo vemos tanto que no verlo es lo extraño.

La violencia ya es un común en nuestras relaciones gritar, golpear, abandonar, ignorar puesto que hemos crecido en tal ambiente. Es por esta razón que ciertas conductas se repiten y permanecen. Una vez identificadas y filtradas como acciones violentas que dañan la identidad de la persona entonces por conciencia podemos decidir no adoptarlas y sobretodo levantar banderas en rebeldía que proclamen nuestro desacuerdo con ellas.

El amigo del grupo que siempre llega tarde necesita entender que está violando el tiempo de los demás. Por más flexible que se muestren los demás, debe ser confrontado. Durante mucho tiempo yo fui esa amiga y puedo hablar desde ambos lados. No está bien, si usted no puede llegar en ese tiempo no se comprometa ni haga a los demás esperar.

La tía o amiga que critica debe comprender que nadie quiere escuchar su verdad de la historia. No todos los momentos son apropiados para arrojar una opinión que de paso está llena de prejuicios y con la intención de traer malestar. Señores hay que parar con eso, aveces lo tomamos con ligereza y se disfraza de amor y aprecio pero a nadie hay que decirle que está aumentado de peso, que está más flaco, que tiene más ojeras, ese novio tuyo no me gusta, que ese estilo que tiene está desubicado,etc. Esto es falta de educación y respeto; especialmente si no hay una estrecha e íntima relación.

Detrás de ser sinceros y directos estamos tomando lugares que no nos corresponden y ofendemos a la gente, cruzamos límites, entramos a puertas que nadie nunca nos dió permiso. Invadimos la privacidad, causamos malestar y de paso justificamos las acciones con amor, cariño y el deseo de proteger a la gente.

Necesitamos educar y elevar nuestra conciencia de manera tal que no nos asentemos sobre estas bases sino que con valentía y audacia podamos defender los buenos valores. Definir el tipo de relación que deseamos cultivar y corregirnos de acciones que vimos como normales y aceptables sin comprender lo dañina e invasoras de las mismas.